Nuestro cerebro funciona con oxígeno y éste llega al cerebro a través de la sangre. Cuando hay un ACV deja de llegar sangre con oxígeno a un sector del cerebro y se produce la muerte de algunas neuronas.
Un ACV se produce porque se interrumpe el flujo de sangre o hay una hemorragia en algún sector del cerebro. Por cada minuto que pasa sin que llegue oxígeno a algún sector del cerebro, mueren en promedio 2 millones de neuronas.
Conocido como infarto o ataque cerebral, ocurre cuando un coágulo tapa una arteria a nivel cerebral, impidiendo el paso de sangre normal.
También puede ocurrir por la acumulación de capas de grasa al interior de una arteria lo que bloquea el paso de sangre. Es el tipo de ACV más frecuente.
Conocido como hemorragia o derrame cerebral. Ocurre cuando se rompe un vaso sanguíneo a nivel cerebral.
3 síntomas clave: Son los más frecuentes y nos dan indicios de que una persona puede estar teniendo un ACV:
Si le pides a la persona que sonría, podrá levantar sólo un lado de la boca.
La persona no puede hablar bien, tiene la lengua traposa, o no entiende lo que tú le hablas.
Si le pides a la persona que levante ambos brazos, podrá levantar sólo uno.
Problemas de visión repentinos, pérdida del equilibrio. En algunos casos puede presentarse un dolor de cabeza muy intenso, pérdida de conciencia, vómitos, entre otros.
Con la presencia de al menos 1 de los tres síntomas clave, debes llamar de inmediato al 131 para solicitar una ambulancia.
Si no es posible, debes llevar de inmediato a la persona al servicio de urgencia más cercano de un hospital o clínica.
Actuar en las primeras 4 horas es fundamental para disminuir la probabilidad de muerte de la persona y evitar que quede con grandes secuelas.
La probabilidad de tener un ACV aumenta por la presencia de factores de riesgo:
Si nos enfocamos en los factores que sí podemos modificar, manteniendo bajo control las enfermedades base (hipertensión, diabetes, colesterol alto, etc.), tenemos ganada en gran parte la batalla contra el ACV.
El tratamiento del ACV es restablecer lo antes posible el flujo normal de sangre en el cerebro, lo realiza el equipo de salud durante la hospitalización y lo determina una vez que se ha confirmado el diagnóstico considerando: el tipo de ACV, el sector del cerebro afectado, la magnitud del daño, el tiempo que ha transcurrido desde la aparición de los síntomas, enfermedades de base, entre otros.
El tratamiento apunta a romper o disolver el coágulo para restablecer el flujo de sangre rápidamente mediante la aplicación de un medicamento.
Este tratamiento se llama trombólisis y debe ser aplicado por un neurólogo dentro de las primeras 4 horas desde que aparecieron los síntomas. En algunos casos, luego de la trombólisis también se realiza un tratamiento llamado trombectomía mecánica, que consiste en extraer o aspirar el coágulo.
El tratamiento consiste en mantener bajo control la presión arterial, drenar la sangre acumulada o, en algunos casos, cirugía para aliviar la presión en el cerebro.
Una vez que la persona está estable, el equipo médico puede indicar otros tratamientos con medicamentos para evitar que vuelva a ocurrir otro ACV.
Además, es muy probable que se indiquen terapias de rehabilitación con: Kinesiología, terapia ocupacional, fonoaudiología y psicología, controles con neurólogos y fisiatras. De esta manera se busca que la persona vuelva a realizar sus actividades de la vida diaria y logre lo máximo posible su autonomía e independencia.
Los sobrevivientes de ACV pueden quedar con secuelas producto del daño cerebral. Las secuelas con las que queda una persona dependerán de:
Las secuelas físicas son las más evidentes, algunas de ellas son:
Y aunque menos evidentes, pero igualmente importantes, el ACV genera secuelas emocionales, sociales, laborales, económicas, se generan cambios en los roles y dinámicas familiares, y en algunos casos es necesario realizar adaptaciones en el hogar.
Con ellas, la persona se puede ir recuperando poco a poco. Los cambios serán más evidentes en los primeros 6 meses a 1 año después del ACV, luego serán más difíciles de observar, pero con ejercicios constantes y perseverancia en las terapias, se puede mejorar a lo largo de toda la vida.
En muchos casos las secuelas acompañarán a la persona por toda su vida, por eso el objetivo de las terapias será buscar el máximo potencial de recuperación que permita a la persona ser lo más autónoma e independiente posible.
Después del ACV, la persona y la familia viven un proceso de duelo, algo natural ante una situación de salud grave, que generó temor e incertidumbre. La persona que tuvo el ACV no vuelve a ser la misma, tanto por las secuelas como por el impacto emocional de la experiencia vivida.
El alta médica: un momento clave en el proceso de recuperación:
Cuando la persona vuelve a su casa, es ahí donde las secuelas se hacen más evidentes, al enfrentarse a las actividades de la vida diaria como vestirse, comer, ir al baño, ducharse, salir de paseo, etc.
Conversar el cómo está viviendo cada uno este proceso, y dejar que la persona vaya realizando de a poco las cosas de manera autónoma, prestando ayuda sólo cuando la persona lo solicite, de manera de contribuir en su rehabilitación.
Otra ayuda necesaria, es el traslado y acompañamiento a las terapias de rehabilitación, en especial durante el primer tiempo. Es importante respetar los tiempos de recuperación de la persona, sin presionarla, y proteger tiempos de sueño y descanso, ya que el organismo lo requiere para recuperarse.
Se sugiere acompañar a la persona a sus controles médicos para facilitar el traspaso de la información y poder así ayudarle a seguir todas las indicaciones, como por ejemplo, las dosis y frecuencia de consumo de medicamentos que son fundamentales para evitar otro ACV.
Por otro lado, se recomienda apoyar a la persona en sus trámites como: licencias médicas, gestión de la credencial de discapacidad, gestión de la pensión por invalidez si es que aplica, averiguar sobre seguros de invalidez que pueda tener asociados a créditos u otros.
La organización mundial de ACV, World Stroke Organization (WSO) en su reporte del 2022 indica que a nivel mundial:
de nuevos casos de ACV anualmente a nivel mundial.
personas mayores de 25 años tendrá un ACV en su vida.
ocurre en personas mayores de 70 años.
de personas que viven actualmente tuvo un ACV.
Más de la mitad de los casos de ACV son isquémicos.
En Chile, según información del MINSAL, en 2021 hubo:
egresos hospitalarios por ACV.
por ACV.
En un estudio realizado en la región de Ñuble se estima que:
tienen un ACV al año en Chile.
fallece una persona por ACV o queda con discapacidad en Chile.
hay un caso de ACV en Chile.
En la Encuesta Nacional de Salud 2017, se observa que en la población chilena mayor de 15 años hay una prevalencia de:
de hipertensión arterial.
de personas con consumo excesivo de sal.
de fumadores, mayormente hombres.
de diabetes.
colesterol total elevado.
de sedentarismo, el que aumenta con la edad.
de malnutrición por exceso (sobrepeso, obesidad y obesidad mórbida).
riesgo cardiovascular moderado.
de riesgo cardiovascular alto.
de la población tiene riesgo moderado o alto de tener un infarto al corazón o cerebral.
Sé un aporte a la prevención de los ACV y al cuidado de personas que tuvieron uno.